El total de electricidad abastecida ascendió a 5.432 ktep (unidad de energía que representa mil toneladas equivalentes de petróleo) lo que corresponde a más de 63.800 GWh. Estas cifras incluyen la demanda interna y la exportación de electricidad realizada el año pasado hacia Argentina y desde mayo también a Brasil.
En cuanto a la generación, el año pasado se alcanzaron 13.885 GWh, de los cuales el 97% provino de fuentes renovables: 56% por hidráulica, 22% eólica, 18% biomasa y 1% solar; el 3% restante corresponde a combustibles fósiles.
Si se analiza la evolución de la última década, puede concluirse que desde 2014, cuando la eólica entra a participar en el mix energético, ha ido ganando espacio a las demás fuentes, excepto a la biomasa, que viene teniendo gran presencia desde 2007.
Respecto a la capacidad instalada, se ubicó en 3.912 MW, así distribuida: 39% de energía hidráulica (poco más de 1.500 MW), 31% eólica (cerca de 1.250 MW), 17% fósil (apenas supera los 600 MW), 11% biomasa (más de 400 MW) y 2% solar (ronda los 80 MW).
En el análisis, en este caso, puede observarse que en los últimos diez años la hidráulica ha mantenido el mismo nivel, en tanto que la participación fósil ha alcanzado su pico en 2013 y desde entonces ha descendido a niveles inferiores al comienzo de la serie analizada. Es notable el crecimiento abrupto desde 2013 de la eólica, y como lenta y sostenidamente lo hace la biomasa desde 2006, aunque desde 2013 se ha estabilizado. La fotovoltaica comienza a asomar -tímidamente aún- desde 2015.