En números duros, y según datos del Libro de Datos de Energía Renovable de 2009, publicado por el Laboratorio Nacional de Eneregías Renovables (NREL, por sus siglas en inglés) cuando Obama asumió ese mismo año, las renovables -incluida la hidroeléctrica- representaban el 11% del total de la capacidad instalada y generaban más del 9% del total. En total, esa capacidad era de 119 GW, pero si se aparta la hidroeléctrica, sólo llegaba a cerca de 42 GW.
En 2008, las renovables representaron más del 43% de todas las nuevas instalaciones eléctricas conectadas a la red en el país, en tanto que el uso de etanol representaba el 6,5% del total del combustible consumido.
En cambio, con datos del Libro de Datos de Energía Renovable de 2015, dado a conocer en noviembre pasado, la capacidad instalada eólica era de casi 74 GW, en tanto que la solar alcanza casi 26 GWp fotovoltaicos y 1,8 GW termosolares (CSP, por sus siglas en inglés).
En términos totales, hay más de 194 GW de capacidad renovable instalada en la actualidad. En porcentajes, las renovables, incluida la hidroeléctrica, alcanza el 16,7% de la matriz energética.
Sólo en 2015, las renovables significaron el 64% de la nueva capacidad instalada, con la solar y la eólica sumando entre sí más del 95% de ella. En lo que hace a la generación, las renovables representaron el 13,8% del total anual del mismo año.
Desde 2010, las agencias federales han multiplicado por cinco el uso de la energía solar, la fotovoltaica ahora representan el 19% del consumo de electricidad renovable y 180 MW de energía in situ. Cuando Obama asumió el cargo en enero de 2009, no había ni un solo proyecto fotovoltaico a escala de servicio público en los Estados Unidos mayor de 20 MW.
Estos son los números, aunque también debe reconocerse que las renovables, al asumir Obama, venía con viento de cola. Sin embargo hay una serie de actos políticos tomados en su momento por el ya ex presidente.
Ya en su primera administración, nombró como secretario de Energía a Steven Chu, experto en la investigación y producción de etanol con cultivos no alimentarios y premio Nobel de Física.
En junio de 2013 Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en plantear una clara estrategia contra el cambio climático y en que su país realice acciones que cada vez más signifiquen no seguir emitiendo gases de efecto invernadero.
En agosto de ese mismo año, la Casa Blanca inició la instalación de paneles solares en la primera residencia de la familia presidencial como parte de un reacondicionamiento energético que persigue mejorar la eficiencia del edificio.
Finalmente, además de haber establecido el objetivo de que para el año 2020 el 20% del consumo de energía del gobierno federal sea generado con fuentes renovables, vale citar textualmente dos párrafos del último discurso sobre el estado de la Unión que Obama dio hace justo un año:
"Hace siete años, hicimos la inversión individual más grande de energía limpia en nuestra historia. Aquí están los resultados. Desde los campos de Iowa hasta Texas, la energía eólica es ahora más barata que la energía convencional, que es más sucia además. En los tejados desde Arizona a Nueva York, la energía solar permite ahorrar a los estadounidenses decenas de millones de dólares al año en sus facturas de energía, y emplea a más estadounidenses que el carbón, en empleos mejor pagados que la media.
"Estamos tomando medidas para dar a los propietarios la libertad de generar y almacenar su propia energía, algo que los ambientalistas y el Tea Party (N. de la R.: el sector más conservador dentro del opositor Partido Republicano) se han unido para apoyar.
No hay que olvidar, tampoco, el impulso que su administración dio al Acuerdo de París, en referencia con la lucha contra el cambio climático.
Y mucho menos dejar de lado el reciente artículo académico que Obama firmó en la revista científica Sciencie, titulado El momento irreversible de la energía limpia, en el que plantea su posición, tanto desde el punto de vista sobre lo que aportan tanto al cambio climático como a la economía
Esto es, grosso modo, lo que recibe en el campo de las renovables Donald Trump. En cuatro años, veremos cómo sigue la historia.
