El problema de la contaminación bacteriológica y la existencia de algas en canales de riego estaban en la mira a partir del cual los científicos se pusieron a trabajar. Así lograron desarrollar a partir de un proceso que utiliza la luz ultravioleta ofrecida por el Sol para acelerar reacciones químicas, llamado fotocatálisis, que el dióxido de carbono mezclado en el cemento u otro material utilizado en la construcción de esos canales degradara la materia orgánica hasta destruirla.
Las bacterias estudiadas son los microorganismo denominados Escherichia coli, habituales en los residuos fecales, altamente resistentes y presentes en casi todos los sistemas de regadío. La positiva reacción fotocatalítica de destrucción se vio también en residuos de compuestos como herbicidas y pesticidas.
A diferencia de los procesos de cloración del agua, por los cuales se la desinfecta pero con la generación de una importante cantidad de residuos tóxicos, este técnica “es un proceso bastante amigable, que requiere para su efectividad del complemento de buenas prácticas agrícolas”, puntualizó Diego Rivera, docente del departamento de Recursos Hídricos de la Universidad de Concepción.
Este programa, posiblemente pionero en Latinoamérica y del cual hay algún antecedente en la localidad española de Almería, tiene como objetivo cumplir la normativa chilena que establece un límite máximo de mil unidades de coliformes fecales por cada cien mililitros de agua de riego; también abaratar los costos de los procesos de depuración.
Para realizar las pruebas, se construyó en Chillán, a unos 400 Km. al sur de la capital chilena, un ancho canal que permite la lenta circulación del agua, y que, así, entra en contacto con el dióxido de titanio, una sustancia inocua, que reacciona al recibir la luz solar.
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